jueves, 26 de julio de 2012

10ª Etapa / Sto. Domingo de la Calzada – Belorado (Ancha es Castilla)


En el Camino, cada día, a cada momento, el peregrino que anda rumbo a Santiago aprende cosas nuevas. Mis compadres Mikel y Javier han aprendido hoy cómo reacciona un burro ante la lluvia, después de 8 días de cielos despejados. El burro, que en este caso soy yo, ha reaccionado como la teniente O’Neil en los entrenamientos a los que les sometían los marines. Con un par. Con mi lana iba más protegido que los panolis, y la lluvia, nunca mejor dicho, me resbalaba.


.
La amenaza de chubasco nos ha acompañado desde que hemos abandonado Santo Domingo de la Calzada y sus pollos. Pero no ha sido hasta llegar al cumbre de un puerto, cuando mis compadres han decidido ataviarse ellos con sus capas y a mí colocarme el hule que me protege el lomo del agua. Exactamente siete segundos después de abrocharse el último botón del poncho, ha roto a llover. Al principio era lo que por allá arriba se llama xirimiri y por aquí calabobos. Pero después, el temporal ha arreciado, acompañado de un viento que nos ha puesto las cosas algo más difíciles durante una hora más o menos.
.

Pese a ello, para cuando hemos entrado en Castilla estábamos ya todos secos, así que hemos almorzado copiosamente en Viloria de Rioja. Después hemos continuado la marcha paralelos a la N-120 que une Burgos y Logroño. Andábamos con Angelo, genovés, que no turinés, como erróneamente dije ayer. Mikel estaba en su salsa, practicando aquel idioma aprendido en su época de erasmus y Ainzúa caminaba agarrado a mi ramal pensando en la futilidad de la vida.
.
El último tramo antes de llegar a Belorado ha tenido su gracia. Mikel ha sucumbido al tedio del cielo gris y las rectas interminables y se ha puesto a hacer señales a todos los camiones que pasaban por la carretera para que le pitasen. Con tipos así, ¿cómo puedo ser yo el que lleve unas alforjas? Al final le he sacado de su pueril divertimento echándole una carrera que por supuesto he ganado.
.
Belorado nos ha deparado una pequeña decepción. Se suponía que José Luis, el carnicero, disponía de un lugar donde cobijarme, según había dicho Roberto, un amigo suyo de Sto. Domingo. Pero tenia ese lugar alquilado, lo que nos ha obligado a deambular por el pueblo en busca de caridad. No la hemos hallado, pero la dueña de una pensión se ha hecho cargo de mía a cambio de que los bípedos se hospedasen en su posada. La cosa ha salido un poco más cara que si hubieran ido a un albergue, pero por lo menos hoy duermen caliente y como cristianos, después de ocho noches embutidos en un saco.
.
Antes de dormir me han dado un lavado de patas con una manguera, lo cuál e ha relajado todos los tendones. Además me han limpiado las pezuñas de tierra y piedrecillas. Estoy como nuevo, desde luego, si me hubieran dicho hace un mes que estos dos panolis me iban a coger las patas y a cepillar como si no hubieran hecho otra cosa en su vida, me habría reído. Y ellos también.
.
Mañana la etapa debía haber concluido en San Juan de Ortega. Si embargo, las previsiones meteorológicas y geográficas son las más crudas que hemos visto en este viaje: 100% de probabilidades de lluvia y un puerto, el de la Pedraja, que no se lo salta un gitano. Así pues, partiremos en dos el tramo y pernoctaremos con toda paz en Villafranca Montes de Oca.
.
Hablando de Villafranca y gabachos. Aquí en Belorado, el 11 de noviembre de 1810, cuatrocientos voluntarios navarros de Espoz y Mina fallecieron en honrosa batalla contra el invasor francés. Debajo de las tierras donde dormimos descansan sus osamentas, vagamente recordadas. Vaya desde aquí un homenaje a aquellos compatriotas humanoides. Y ya sus asnos, que a buen seguro perecieron también en el fragor de la lucha, llevando de un lado a otro piezas de artillería o moribundos. ¡Qué burros!

No hay comentarios:

Publicar un comentario