jueves, 26 de julio de 2012

6ª Etapa / Los Arcos – Viana (Y dejó de joder la manta)


“Yeeeehhaaa, oh oh oh, tracatracatrcaaaaa, iussaaahh”. A mis compadres bípedos se les ha ido hoy definitivamente la olla. Su locura ha llegado merced al denso correo de un amigo suyo mallorquín, Jose, que posee dos burrillas isleñas que no me importaría conocer.

En el correo, el menda balear aconsejaba a Mikel y Javier gritarme con autoridad cada vez que remolonease para acostumbrarme a andar con brío. Los tíos se lo han tomado tan al pie de la letra que parecían Marcial ahuyentando a los pájaros en Muchachada Nui. ¡Qué rallada, tú! Pero, vaya, les ha funcionado porque hoy me he lucido en velocidad y temple.


Y no ha sido por las zanahorias que me han comprado, ojo. Ha sido por mi disciplina castrense. Ésta no ha servido, sin embargo, para que la Guardia Civil de Viana me buscase refugio tal y como se lo hemos solicitado. Pero bueno, al final lo hemos encontrado por otras vías.
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Me han acogido en una cuadra junto a dos pura sangres españoles. Estoy acojonado, pero voy a dormir caliente. El de al lado no para de bufar y cada vez que le miro recuerdo con cierta malicia la escena de El Padrino con la cabeza de “Jartum” en la cama del productor…
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Por cierto, mañana damos el salto a las ondas. Eva Lus, de Radio Universidad de Navarra (98.3 de FM) nos ha entrevistado, y le dispensaremos una crónica semanal desde el lugar en el que nos encontremos. Espero que nos sigáis.
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Viana nos ha dispensado unos buenos personajes: estaba el alguacil, logroñés, con horchata en las venas, lento de respuesta y de tics nerviosos, escaso conocedor de las posibilidades del pueblo, pero de buen corazón y estricto cumplidor de las ordenanzas.
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Otro era un tipo corto de entendederas y largo de atrvimiento que ha intentado montarse encima mientras éstos no miraban y que se ha llevado de premio una coz en la espinilla. Se lo habían adevetido mis compadres y por eso se lo ha tomado con humor, pero el moratoncico en el pernil de mañana no se lo quita nadie…
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También estaba el chavalote que me ha acogido con su caballos. Majo, noblote pero algo brusco, ideológicamente a la derecha de Inestrillas, cuentan de él que un día apaleo a un congénere con tal virulencia que éste debió hacerse el muerto para salvar el pellejo, y sus detractores nos han dicho no se qué de la quetamina de sus jumentos… Les ha cobrado a estos 15 euros, pero me ha colmado de piropos. Que si ando muy bien, que si tengo buena figura, que si estoy en la mejor edad, que si tengo un casco cipote que p’a qué…
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Sí, lo reconozco. Pese a mi condición de eunuco aún me emociono a ratos, y hoy, junto a la tumba de César Borgia, no he podido ocultar mi excitación, para divertimento de los lugareños que por allí pasaban. Uno de ellos, el carnicero, muy simpático, les ha contado a éstos un chiste con acento ribero mientras se zampaban un bocata. Era uno sobre guardiaciviles, gitanos y la tranca de un borrico. Algún día os lo cuento, pero tomando cañas, que si lo pongo aquí heriría todo tipo de sensibilidades.

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Ahora éstos pernoctan en un albergue para ellos sólos. No hay hospitaleros ni control alguno, tienen todo el edificio (medieval por lo menos) para su solaz, y de pillarles hace un mes la misma oportunidad a buen seguro habría ya música a todo gas y sesenta personas bebiendo copas. Pero hoy están cansados. La visita de la madre de Mikel y luego de su amigo Santi Gallego los ha dejado más agotados que el Camino en sí, y, después de unos cuantos vinos, necesitan reposo para acometer mañana el trecho hasta Navarrete (La Rioja).
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Me despido de todos hasta mañana, con la amenaza de cambio de tiempo. Hoy, los augures lo habrían tenido fácil para predecir el futuro, pues nos hemos cruzado antes de Viana con una bandada de estorninos que han oscurecido el cielo como las flechas de Gerjes. Flipante, más miedo que en la película de Hitchcock.
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Por cierto, lo de “joder la manta” hace referencia a que hoy me han cambiado el enser que proteje mi lomo del peso de las alforjas. Llevaba un saco relleno de poliespán semipodrido, que se rasgaba continuamente y que apestaba a detritus. Hoy les han traído una manta verde acolchada de pony pijo, y voy más elegante que Jolly Jumper. La manta vieja dejó de joder, y quedó varada en el Camino, testigo mudo de mi pasado anodino y mi vibrante porvenir. Si me vieran las mallorquinas de Jose…

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